martes, 4 de octubre de 2011

Traduciendo a Derek Walcott (7)

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Ahora sé feliz en Cap, por las cosas más sencillas 
- por una línea de garcetas blancas que llevan a la palabra final, 
por los conjuros del mar que vuelven a entrar a mi cabeza 
para borrar las inquietudes y eliminar esa voz demoníaca 
que recientemente me ha poseído; silenciosa, 
susurra, al igual que el demonio le susurra al loco 
que al ver sus manos ensangrentadas farfulla que lo han poseído, como el mar que gira en el oído de la concha, como el rugido 
de aplausos que precede al actor con su gran duda, 
que incluso lo paraliza de terror: de que su grandeza haya pasado. Es cierto que mi don se ha marchitado, que queda poco de él:
 si este hombre está en lo cierto entonces no hay otra cosa que hacer que abandonar la poesía como a una mujer porque la amas 
y no quieres verla herida, y mucho menos por mí: 
así que camina al borde del acantilado y elévate sobre 
el envidioso, el rencoroso, la grosería, con la gracia 
de una fragata que cruza Barrell of Beef: su roca;
sé agradecido por haber escrito bien en este lugar, 

deja que los poemas ajados zarpen de ti como una bandada 
de garcetas blancas en un largo y postrero suspiro de liberación.
White Egrets