Quizás esto suena pretencioso de mi parte. Puede ser. Pero durante estos días no he dejado de pensar en esto, en reflexionarlo.
El texto es tan visual que parece haber sido escrito con la intención de llevarlo al cine. Incluso muchas de las partes humorísticas del libro, sobre todo las patadas, las trompadas, los intercambios de disparos, las explosiones y los tropezones de las personajes, funcionan más filmados que leídos. Por ejemplo, cuando matan a un loco, cuando explota un edificio, cuando le ponen dinamita a una celda y esta explota, cuando un avión arroja mierda sobre un pueblo, etc.
Además, esta el lenguaje. Un lenguaje llano y directo. Los párrafos están repletos de diálogos, diálogos buenísimos, como son todos los que salieron de la máquina de escribir de Osvaldo Soriano. Pero diálogos que urgen por ser representados y actuados.
La novela, por supuesto, fue adaptada al cine en 1983, al igual que varios de los libros de Soriano. Se hizo en inglés y se tituló Funny Dirty Little War y ganó un premio de la bienal de Berlín. Después de Manuel Puig, Soriano es el escritor argentino más cercano al cine. La verdad no sé que quiero decir con esto último. Mejor me callo.