domingo, 26 de agosto de 2007

Manuel del Cabral y los Zombíes

EL Zombí es una persona que ha muerto, pero que se ha levantado de la tumba... ¿Cómo? Pues de la manera siguiente: cuando una persona no tiene aún veinticuatro horas de fallecido, el brujo desentierra el cadáver, le reza un idioma oculto, lo soba misteriosamente, le pasa su respiración al difunto y finalmente le da un brebaje no conocido todavía por nuestro tiempo. Terminada la ritual y tan extraña operación, el cadáver comienza haraganamente a moverse, se despereza, y como si regresara de un sueño no terrestre, abre con sorpresa los ojos; se incorpora y empieza a andar como una aguja que levanta el imán y dócilmente sigue obedeciendo.

Porque el resucitado se distingue por dos secretas características: primero, no tiene autonomía de movimiento, es decir, que su voluntad está vigilada y gobernada por el brujo, su resucitador; y, segundo, que el único alimento de estos seres es un poco de sal con agua. Debo aclarar, para completar el drama, que el motivo por el cual el brujo despierta a estos difuntos es exclusivamente, según los nativos, para que los resucitados trabajen sin sueldo, sin protestas, sin horario y sin límite moral, dedicados estrictamente para el bien de su amo.
Historia de Mi Voz, Manuel del Cabral. Página 28. Editorial Taller.