martes, 8 de mayo de 2007

Lectura en la Feria del Libro

Llego con Giselle y Miguel al Pabellón Juvenil donde se supone que voy a ofrecer una lectura de mi libro de cuentos Págales tú a los Picoanalistas.
Nos acercamos al bar y le pregunto a un tipo si conoce a la persona encargada del pabellón. El tipo señala una muchacha que tiene un folder debajo del brazo y que se mueve de un lado a otro como si esperara una persona que recién la hubiera llamado al celular o como si tuviera cólicos. Voy a donde la muchacha y le explico que tengo una lectura de mi libro.
- ¿Eres Juan Báez?
- No, Frank Báez.
- Ah, pero yo te he estado llamando desde hace una semana.
- ¿De verdad?
- Sí, sí, sí. Siempre me dicen que no estás en el Banco Central.
- Yo no trabajo en el Banco Central.
Ella se lleva las manos a la cintura y asiente con la cabeza.
- Anyway, tu lectura va a ser a las seis. Pero hay un problema.
- ¿No están los libros?
- Eeeeh... no. Bueno, hay dos problemas entonces. No están los libros y vas a tener que recortar la lectura porque otra persona va a tener una lectura. O sea, sólo tienes media hora.
- Pero necesito los libros. La lectura no tiene sentido si no están los libros. ¿Crees que puedes conseguir los libros?
- Mira, voy a hacer lo posible. No te prometo nada. Pero voy a hacer lo posible.
Toma una botellita de agua, la abre y bebe.
- ¿Quieres algo especial en el escenario?
- Solamente una silla y un micrófono.
- ¿Quieres música de fondo? ¿Quieres combinar con el DJ?
- No, gracias.
Me quedo mirando al DJ que manipula su turntable.
Pone y cambia discos. Que malo es, pienso.
- ¿Se pueden bailarines?, le pregunto.
Ella niega con la cabeza y mira hacia el escenario donde Manuel y Hermes departen. Cuando yo tenía doce años, Manuel y Hermes tenían veinte años. Ahora que yo tengo, veintinueve años, Manuel y Hermes siguen teniendo veinte años.
Giselle enciende un cigarro y me compadece.
- ¿Manuel y Hermes me van a presentar?, le pregunto a la muchacha.
- Claro que sí.
- ¿En serio?
- Sí, ellos son los animadores del pabellón.
Giselle se sonríe. Miguel sale a comprarse un helado. La muchacha sale en busca de mis libros.
Giselle me asegura que todo va a salir bien.
- ¿Qué edad piensas que tienen?
- ¿Manuel y Hermes? Deben de estar llegando a los cuarenta.
- Pero parecen de veinte.
- Hermes tiene una hija.

- ¿En serio?
- Sí, tiene una.

Al rato vuelve la muchacha con los libros y me pasa quince ejemplares. Me recuerda que tengo que rifar tres libros a los espectadores. Le digo que los libros no se rifan. Los toboganes se rifan, los libros no. Ella frunce el ceño y me hace jurar que lo voy a rifar. Me aproximo al escenario y me siento en la silla. Hermes se levanta y se queda mirándome. El muchacho que está a mi lado le pregunta si me va presentar. Hermes niega con la cabeza, dice que tiene un asunto pendiente y se marcha. El muchacho entonces se sienta a mi lado, se para y se acerca donde está Hermes o Manuel. No distingo bien. A falta de presentador, tomo el micrófono y me presento ante las quince personas que hay sentadas a mi alrededor. Leo la información que está en la solapa del libro sobre mi persona y le pido al público que por favor compren el libro, que no se puede ser tacaño con los libros y todo eso. Entonces leo el cuento que le da titulo al libro: Págales tú a los Psicoanalistas.

La lectura dura alrededor de veinte minutos. De vez en cuando alzo la mirada para ver si la gente sigue ahí. Milagrosamente siguen ahí. Y es más, veo de pronto, cómo las sillas que estaban vacías se encuentran ocupadas y cómo todos me observan tal si fuera un bicho raro. De repente distingo a Chelo entre el público y eso por supuesto me entusiasma. Acabo la lectura y el muchacho que está a mi lado me pide que lea otro cuento. Le digo que no creo que la gente aguante otro cuento. Pero la gente me dice que lo lea por favor. Entonces leo otro de los cuentos. Esta vez uno de los cortos.
- Ahora voy a rifar uno de los libros, anuncio. A la persona que haga la mejor pregunta.
Una jovencita levanta la mano y me pregunta dónde puede adquirir el libro. Por supuesto, le doy el libro por esa maravillosa pregunta.
Se para un muchacho y me pregunta por qué escribo los cuentos en femenino.
- Hace unos años vivía en Chicago. En Chicago hacía mucho frío y en las noches cuando me aburría, escribía un blog como si fuera una muchacha de diecinueve años. El blog se llamaba Puta Asesina. Se hizo muy famoso. Con el tiempo, reuní algunos de los cuentos, los transformé, los edité y les di una forma circular y los mandé al concurso de cuentos de la Feria del Libro y el libro ganó y todos fuimos felices.
Alguien dice que conocía el blog. Alguien me dice que no diga eso tan alto que me pueden descalificar para el concurso. Alguien pregunta qué pasó con la muchacha. Le respondo que tiene que leer el libro para saber.
Me preguntan más cosas que ya no vienen el caso. La tarde se vuelve más pegajoza de la cuenta. El calor es insoportable. La gente se limpia el sudor con pañuelos o con los bordes de las manos. La gente se pasea fuera del pabellón sin fundas llenas de libros. Pasan estudiantes con sus uniformes azul y caqui. Pasa el tren de la feria del Libro con su estruendo. Como me he tomado la hora completa, la persona que va a ocupar el escenario, un payaso, me empuja fuera del escenario y empieza a saltar al ritmo de la musica del DJ. Se trata de Bastón Cuentos que en vez de contar los cuentos, los canta y los rapea.

NOTA

Quien quiera adquirir el libro "Pagales tú a los Psicoanalistas" que se ponga en contacto conmigo. Lo estoy vendiendo a doscientos pesos hasta que se me agoten los que tengo.