Frank Báez estuvo en Granada imaginando calles sin poesía ni parranda. Para eso se escondió tras una cerveza Toña y los murmullos de todos. Eludió al Mombacho pero lo violentó el Cocibolca. Y se insoló con el fogonazo de todas las palabras que no se dijeron mientras se miraba en fachadas con verde limoncillo y comprendía porqué "En Granada no duerme nadie".Seguir leyendo acá