Un milagro en Bogotá
En Bogotá me sucedió un milagro. No me refiero a esos milagros en que
uno ve de repente al Cristo de la agonía crecerle el pelo en la iglesia
de San Francisco. No, lo que me pasó fue otra cosa: cuando caminaba de
noche por la séptima, ocho gamines se me lanzaron encima para atracarme y
yo salí ileso y con todas mis pertenencias. Sé que es difícil de creer.
Es más, si no hubiese estado con mi amigo norteamericano Kris que lo
presenció todo, creo que tampoco yo lo creería.
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