Edición boricua de Postales por Erizo Editorial
Mi padre nuyorican trabajó para el correo por 37 años. Todos los días
lo veía contando con los dedos cuántos días faltaban para que llegase
el fin de semana. En los últimos años solo hablaba de su jubilación.
Supongo que no le entusiasmaba la idea de andar repartiendo facturas de
luz y teléfono, órdenes de deportación o, incluso, T-shirts de Iron Maiden.
Aquí es donde el poeta llega a donde el cartero no puede. Frank Báez
nos lo cuenta todo en Postales (Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña,
2009). Y es que hay poemas que son crónicas, como ha dicho Darío
Jaramillo, a propósito de la poesía del dominicano, por la cualidad
enumerativa de algunos textos, por momentos, un inventario que da cuenta
de las oscilaciones entre lugares, eventos y personas. El ludens, el lirismo y las instantáneas de un mundo, en ocasiones absurdo, en otras terriblemente humano, hacen de Postales,
un libro indispensable de la literatura latinoamericana actual. Es,
quizás, un tratado de la poética del irse y regresar. No en balde ha
sido publicado en España, Argentina, República Dominicana, Costa Rica,
entre otros países hispanoamericanos, y traducido parcialmente al
inglés, al sueco y al francés. Desde hace algunos años se convirtió en
uno de mis libros de cabecera. Ya era tiempo que llegaran estas Postales
a manos de los lectores puertorriqueños. Tengo la impresión de que mi
padre hubiese dejado de contar los días, por un momento, de haberse dado
con un ejemplar de este texto en aquellos tiempos. Por estos días es
fan de Báez. Yo también.
CINDY JIMÉNEZ VERA