domingo, 16 de enero de 2011


Huelo a porro y veo que viene pasando de manos por detrás mío. Sobre mi hombro reconozco esa mano chiquita y de uñas cortas, que me pasa una tuca a la cual le queda poca vida. Le doy un par de caladas, hago subir el humo en línea recta y de a poco el entorno se va acomodando de otra forma. En eso aparece adelante el flaco de ojos asombrados y acento centroamericano que me crucé en la puerta. Tiene un aspecto caribeño, piel dorada, bucles, sonrisa de chico y dientes de conejo. Le queda corto el suéter y se lo acomoda. Es verdad, lo imagino con una camisa verde agua y perfectamente podría ser un camillero.

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