sábado, 20 de junio de 2009

Trece razones para leer Lo Definitivo y lo Temporal (Inventario de objetos perdidos) de Javier Moreno

1.Porque cuando uno termina de leer el libro te entran las ganas de volver al principio y empezar a leerlo de nuevo.
2. Porque uno puede quedarse mirando la portada con la ilustración de Egon Schiele, donde se ve un hombre trajeado que aparenta tener hepatitis, cruzando un brazo y extendiendo el otro fuera de la portada, como si fuera una especie de portero o bouncer literario, que en vez de cerrarte el paso, dijera en cambio: pasa adelante.
3. Porque en estos cuentos no existe otra pretensión que narrar historias. Enviándole por email una serie de preguntas a Javier, intenté inducirlo a que dijera lo contrario, pero fue inútil. Entre otras cosas, dijo: El objetivo, alcanzado o no, de este libro era escribir una serie de textos alrededor de las pérdidas. Pérdidas concretas, más que todo, de personas y cosas. Perderse o perder algo siempre implica algún nivel de translocación. Fijar una posición determina un contexto, pero además sirve de base para ejecutar la desaparición. Esto a un nivel meramente técnico, formal.
4. Porque los personajes están abriendo y cerrando puertas. Dan portazos a través de todo el libro. Así vemos que en Su Vida Perdida, la personaje principal viaja como si de alguna forma intentara escapar del útero materno y en alguna parte de su periplo concluye Mi casa es difícil de encontrar. También, en Lo Definitivo y Lo Temporal y tal vez en Historia con Fantasma y Subterránea, los personajes son absorbidos por el aire o por el baño de un avión o por el tiempo o por la niebla. De igual manera es importante señalar las referencias al paso del tiempo, a la imposición de una realidad por el medio circundante como en Dingo, o el temor a perder la memoria; los traumas causados por el ciclo vital y por el desplazamiento, que nos lleva a pensar en el personaje de Lost & Found, que para no olvidar recurre a transcribirlo todo en cuadernos, e igualmente el temor a recordar, como en el estudiante de No recuerdo Nada, que llega incluso a escindirse en dos para dejar atrás un episodio trágico de su vida.
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