Acabo de leer El Lado de la Sombra, publicado originalmente a principio de los sesenta y reeditado por Tusquets a principio de los noventa durante esa efervescencia que experimentó la obra de Bioy Casares y que condujo a que se reeditaran muchos de sus libros. Entre los cuentos que componen este volumen mis favoritos son El Lado de la Sombra, La obra, El Calamar opta por su tinta, Cavar un foso, Paradigma, y por supuesto, Un Viaje o El Mago Inmortal. Sobre este último me gustaría hacer un breve comentario.
Se ha comentado hasta el hartazgo la relación que existe entre el cuento Un Viaje o El Mago Inmortal de Bioy Casares y La Puerta Condenada de Julio Cortazar. (El segundo es sin duda alguna uno de mis cuentos preferidos). Muchos hablan de correspondencia entre dos genios; de la premisa de que en un momento una idea determinada está disponible, de que se encuentra flotando en el aire, aguardando que espíritus afines a dicha idea la asimilen. Otros hablan de telepatía, de transferencia junguiana y otros de mera casualidad. Supongo que todos los misterios empiezan desde que uno se sienta y logra escribir una historia tan convincente que uno mismo se crea que realmente ocurrió.
En el caso de estos cuentos, es como si Cortazar y Bioy (que nacieron en el mismo año) se levantaran una mañana después de tener el mismo sueño y posteriormente lo escribieran. Ambos cuentos están centrados en negociantes que emprenden un viaje a Montevideo tomando el vapor la Carrera. Llegan a la ciudad y mientras Petrone (el protagonista de La Puerta Condenada de Cortazar) se hospeda en el Hotel Cervantes, el narrador de Bioy (del que nunca sabemos el nombre) se queda en el hotel La Alhambra. Sin embargo, esto se debe a un error. En Un Viaje o El mago Inmortal se lee: Juraría que al Chauffeur del taxímetro le ordené: “Al hotel Cervantes.” Cuántas veces, por la ventana del baño, que da a los fondos, con pena en el alma habré contemplado, a la madrugada, un árbol solitario, un pino, que se levanta en la manzana del hotel. Miren si lo conoceré; pero el terco del conductor me dejó frente al hotel La Alambra. Le agradecía el error, porque me agradan los cuartos de La Alambra, amplios, con ese lujo de otro tiempo; diríase que en ellos puede ocurrir una aventura mágica.
Avanzando por los cuentos, notamos cómo las coincidencias se repiten. El personaje de Bioy entra a un cine y ve una película; el de Cortázar se niega a entrar. De noche, Petrone escucha unos llantos de bebé que vienen de la habitación contigua, a través de una puerta condenada, mientras el personaje de Bioy escucha una pareja que hace el amor intensamente en la habitación del lado. Cuando Cortázar empieza el cuento de esta manera A Petrone le gustó el hotel Cervantes por razones que hubieran desagradado a otros. Era un hotel sombrío, tranquilo, casi desierto. Un conocido del momento se lo recomendó cuando cruzaba el río en el vapor de la carrera, diciéndole que estaba en la zona céntrica de Montevideo… me gusta pensar que el conocido del momento es el lascivo personaje de Bioy que está a bordo del Carrera a un lado del personaje de Cortázar. No voy a comentar el desenlace del cuento por razones obvias, pero es tan increíble la semejanza que la primera interrogante que le surge a cualquier lector es quién plagió a quién. Bioy Casares visitó a Cortázar en los setenta y hasta lo fotografió. En esa ocasión, conversaron sobre dicho cuento, se rieron mucho ante la coincidencia y creo que después hablaron sobre vampiros.
Cortazar opinó que en la coincidencia había un mensaje indescifrable, una tercera voluntad.
En la página 175 de sus Memorias, Bioy comenta: Un crítico señaló extraordinarios paralelismo entre” Un viaje o el Mago Inmortal” y un cuento de Cortázar. Yo sentí esa coincidencia como una gratísima prueba de afinidad entre dos amigos.
En una entrevista de Tomás Barna, Bioy responde lo siguiente:
Bioy Casares.- Sobre Cortazar le voy a contar que estando él en Francia y yo en Buenos Aires escribimos un cuento idéntico. Empezaba la acción en el vapor de la Carrera —como se llamaba entonces— que salía de Buenos Aires a las 10 de la noche y llegaba a la mañana siguiente a Montevideo. El protagonista iba al hotel Cervantes, que casi nadie conoce. Y así, paso a paso, todo era similar, lo que nos alegró a los dos. Realmente nos queríamos mucho con Cortazar. Hemos sido muy muy amigos, habiéndonos visto cinco o seis veces en la vida.
T.B.- Con él no era muy difícil hacer buenas migas, por su forma de ser, cuando él encontraba un espíritu sensible y afín.
Bioy Casares.- Sí. No era difícil cuando encontraba un espíritu afín, pero le puedo decir que era bastante bravo; mucho más que yo.
*Foto del Hotel Cervantes de Vanellus Chilensis.